lunes, 15 de diciembre de 2008

POR LA REIVINDICACION DEL CUERPO Y LA PALABRA


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Reseña sobre la Obra Poética de Antonio Acevedo Linares

Por HERNANDO ARDILA GONZALEZ *

Presentar éste libro que compendia el trasegar de Antonio Acevedo Linares por el mundo de las letras, no puede menos que ser un privilegio y un fuerte compromiso.
Es un compromiso de quien como él, creo en la fuerza de la palabra y la misión de quien la hace. Pero no las palabras y frases de ininteligible maraña para llenar los vacíos de un papel, una hoja en blanco son tan sagradas que ya lo dijo Jaime Sabines refiriéndose a ella; “es como una mujer desnuda esperándonos”, y vaya que para el caso si que viene como anillo al dedo ésta sentencia poética, pues Antonio al enfrentar la petición, la llamada urgente que el destino hace, convierte su escritura un acto de amor y de pasión, seducido por la magia de su diosa y cómplice Afrodita, aunque en honor no es ni mucho menos el límite de su obra, pues es infinito su universo de temas.
Al leer la obra de Antonio Acevedo L, hice remembranza de los versos de Sabines, y concluyo que en los dos el éxtasis ante la bella mujer desnuda, el papel en blanco, no hay duda que les provoca orgasmos de tintas con los que sus erectas plumas, preñan los folios para hacerle parir ensoñaciones que marcan a los corazones deambulantes que pacen desesperanzados por éste valle de lágrimas.
“Recuerdo que recuerdo su nombre
sus labios, su transparente falda
tiene los pechos dulces, y de un lugar
a otro de su cuerpo hay una gran distancia
de pezón a pezón cien labios y una hora”
Jaime Sabines
Recuento de Poemas
1950 – 1993
“En un lugar de tu cuerpo
de cuyo nombre quiero acordarme
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Cuando hundas los pómulos en la
almohada y los senos desnudos
Antonio Acevedo Linares
Arte Poética 1988
He aquí ante nuestras ávidas fantasías posibles de realidad si se incorporan al cuerpo a través de nuestro radar ocular extasiado por dos gotas de poesía transparente, aunque distantes en el tiempo, 1950, Sabines, 1988, Acevedo, aunque distantes en el espacio, México, Sabines, Colombia, Acevedo, esos versos, por solo referir un pequeño grandioso ejemplo, son dos gotas de agua cargadas de poesía provocada por la pasión que nos produce recorrer el nacarado paisaje de la diosa del amor.
Entonces pudiéramos decir, que Afrodita atemporal y universal, en Sabines y en Acevedo, tiene dos amantes evidentes que no ocupan el banco de suplentes, sino que son de lejos titulares por mérito que a diario le hacen goles de frente a Hefestos, a quien imagino provocado de lanzarle centellas sobre todo al nuestro.
Anastassia Espinel, la hermosa historiadora y escritora rusa que ancló su nave vital en nuestro puerto comunero refirió al prologar éste compendio del poeta en escenario, hace saber qué poeta no ha sido seducido por la promiscua soberana del placer que por no calentar las sábanas del dios mayor del Olimpo, Zeus fue condenada a desposarse con el hacedor de rayos para su jefecito todopoderoso, que así le premió su artesanía. Afrodita se cobra su propia factura dándose a la pluralidad de amantes que la escritora llama a lista: Ares, Hermes, Dionisos, Adonis y Anquises.
Los maestros Anastassia, en el presente compendio, Hugo Caicedo (qepd), en Arte Erótica, José Ortega Moreno, en Los Girasoles de Van Gogh, Guillermo Reyes Jurado en Atlántica, Julio César Correa, Miguel Ángel Pérez Ordóñez y Claudio Anaya, En el País de las Mariposas, todas obras del maestro Antonio Acevedo L, lo ensayan desde sus erudiciones que le ha dado tanto acumulado literario ya por la obra de cada uno o las sin duda profusas lecturas de tanto y tan buenos autores ya nuestros o de allende las fronteras.
Yo en verdad, lo reconozco, ¡no doy para tanto! cuando Antonio en un arrebato de poeta frente a las Cariátides de nuestro recinto de justicia, ahora adornado por las luces que a veces falta tanto en algunos de sus residentes bien remunerados y poco comprometidos, me pidió que hoy presentara su libro de reseñas de su obra poética, si bien es cierto en Perú tuve la honrosa primera vez, me sentí en trance por la responsabilidad de espantar la cortesía que en el escenario Inca hiciera, la responsabilidad de lo objetivo sin la perspectiva literaria, porque no la tengo y aún con ella, no lo haría, pues acá se trata de ustedes y el poeta en una simbiosis que compromete compañerismo ante todo por encima de cualquier formalidad y cualquier vana pretensión de mi parte de poner flores donde nacen silvestres y en abundancia generosa.
Así que entonces leí la obra a presentar y vaya que al ver a los maestros que a lo largo de la vida poética de Antonio Acevedo lo han venido presentando, el referente me resultó altísimo, como altísimas las pretensiones del altísimo Zeus de llegar a la altísima colina, allá donde nace la hierba púbica de la altísima deidad de los ejércitos de hormonas. Para mi caso no podía negarme a la terrenal seductora propuesta del hermano en la palabra.
Sin perder la costumbre de abogado, abrí el libro en la última página, un poco para medir la distancia que habría entre la dedicatoria que mi presentado me hiciera en su libro y la Colombia de remate, como de remate pareciera estarlo de verdad! Al terminar la lectura, en la página 64 que acabo de referirles, encontré un frío texto, que obviamente no era del autor, en lugar de folio, se me antojo estar ante una fría lápida que notificaba:
“Se terminó de imprimir…”
Me dije luego de trasegar por los comentarios de los maestros que referiré, debo esculpir sobre la tabla rasa de la hoja en blanco, algo sencillo, modesto y no algo tan subliminal como lo que han dicho quienes le han ensayado.
Ni por los codos me alcanzaría el aliento para caminar al ton y son de los maestros eruditos de semblanzas en contexto literario, filosófico, el Olimpo es alto y no soy escalador, por eso quise escribir entonces desde la superficie del fango, donde he visto la amargura cotidiana, pero también levantarse la flor de loto.
Comencé por contrariar la lapidaria sentencia del fin para recomponer diciendo “Se ha comenzado a imprimir”, por siempre sí, en la piel sensible de tantos quienes han abierto, abrimos y abrirán sus páginas tantas extasiadas y repetidas veces, como se siguen abriendo las columnas que sostienen el templo hermoso de la libido, para recibir en su fecundo grial, orgasmos infinitos de plumas erectas que preñan eternamente a la diosa Afrodita, para que ella siga pariendo poesía hasta el final de los tiempos:
A ti, cuyo trono brilla lleno de colores
Inmortal Afrodita hija de Zeus
(Safo de Lesbos citado por Anastassia)
Los maestros dan cuenta de la rebeldía de la poesía actual que no se deja encarcelar con medidas ni rimados sonsonetes como diría Guillermo Jurado, al presentar Atlántica de Antonio Acevedo Linares. Cada uno a su manera evidencia al maestro:
Sus versos vuelan libres y espontáneos como las flechas de Eros. (Anastassia Espinel)
Su discurso poético no se detiene en la apariencia del estilo, de la imaginería, de la epidermis corporal de las palabras y las frases sino que penetra al problema no resuelto de ésta sociedad de la plena realización de los cuerpos en tránsito hacia la conquista de la autodeterminación liberadora. (Hugo Caicedo Borrero)
Poesía pura de buena calidad, escrita con sentimiento y emoción pero también con talento e inteligencia creadora. (Guillermo Reyes Jurado)
Antonio Acevedo Linares, poeta, ha constituido un mundo propio que ha integrado a un país que él ve así y que el lector lo recrea. Considero que esa es la poesía (Miguel Ángel Pérez O)
Poesía de estirpe intimista y solitaria que se desgaja como una conversación anónima que flota en los vapores de la tarde y en las penumbras de la casa… (Claudio Anaya Lizarazo)
Antonio hace del verso matizándolo con los pespuntes líricos y la atmósfera filosófica latente en muchos de sus poemas... (José Ortega Moreno)
y acaso una de las opiniones que más me dio tranquilidad:
Atiende su inclinación hacia la necesidad de que la poesía no sea mera evasión, manera quizás de eludir la situación social y política que vive el país (Julio Cesar Correa).
Sí, eso mismo veo en el alma del poeta ausente ahora de los escenarios del activismo político alternativo, que no por ello capaz de seguir proponiendo desde la propuesta reflexiva de la palabra, como en su poema Poesía y armas.
Yo maestro siento por igual y le pido un poquito de su bello momento para decir al unísono desde mi propia poética que es coincidente en la palabra y en los destino: dije en uno de mis poemas concluyendo…
Mi pluma es mi fusil
y tu mi liberación
Aquí quiero decir con tono mío que el maestro Antonio Acevedo tiene su propio fantasma de pelo corto, sin barba, que vaga por oficinas y registros, es tanta la fuerza en el compromiso de aportar al evangelio humanitario, en lo que he dado en llamar la misión de la palabra libre y liberadora para redimir a la humanidad. Palabra y humanidad. Palabra y cuerpo necesitado de libertad, en el decir de nuestro poeta.
Pienso que por ello, ese fantasma no es que niegue al poeta que mira a los árboles y a las mujeres con los ojos de ternura y aniversario; creo más bien que es el salto que Antonio da y que algunos tarde que temprano daremos para dar paso a nuevos ímpetus libertarios, no somos fantasmas, pero como ellos ahuyentamos, para el caso, a la nueva generación, negándole los espacios para que ella termine la tarea que nosotros por debatir si los ángeles tenían sexo o no, dejamos a la vera del camino.
Tu poesía Antonio como un fantasma ese sí cierto, convocante y bueno, va como el espíritu comunero que nos reunió en el Segundo Encuentro de Escritores que acaba de terminar el 22 de Noviembre, lleno de espíritu de rebeldía que se posa sobre los muchachos para recordarles que amor y pasión, serán más puros, sublimes, ciertos y perdurables como los afanes deliciosos de Afrodita eterna, cuando seamos libres, libres, libres, incluso de cuerpo y alma! Dame una gotita de espacio adicional de tu bello escenario para rematar diciendo lo que seguro haz dicho por ahí en algún poema clandestino, escrito sobre alguna piel cómplice, si es que esa no es la mismísima piel de Venus.
Comí de ti
seguía comiendo
y tu mientras tanto
me hacías alimento
arrancando de mi, frutos
caudalosos blancos
los comías y bebías con ansias, con llanto.
Luego en sobremesa
se juntaron los labios
se juntaron las manos,
los ojos, los pechos
pero sobre todo
también se juntaron
nuestros corazones con propósito listo
sabiendo que afuera hay un compromiso.
Bendije dando gracias
por el manjar suculento
y fuimos al frente
para asumir la propuesta
te miraba solo con el pensamiento
y pedía al cielo,
nos trajera de vuelta
entonces triunfante
el soberano en su gesta
nos dará para siempre
¡un lugar seguro…
para nuestra mesa!
Manténgase al poeta lejos del alcance de Hefestos… torpes que no entienden de la poesía
* Casa del Cultura Custodio García Rovira
Bucaramanga, Diciembre 10 de 2008

¿Cómo se lee un poema? / Hugo Padeletti

Pido perdón por estas tres hojitas que voy a leer. Sé que la expresión improvisada es más vívida, aunque menos exacta, pero en est...