domingo, 9 de marzo de 2014

ESCRIBIENDO EN LAS FORMAS DE LAS NUBES, POEMA DE ALVARO NEIL FRANCO.



Foto de Julio César Correa
ESCRIBIENDO EN LAS FORMAS DE LAS NUBES
SI LAS NUBES no anticipan en sus formas la

historia de los hombres.
Raúl Gómez Jattin

Para Leonardo Franco
Empecé a escribir cuando dejaron de salir los cangrejos rojos que atenazaron de luz los días de mi infancia. Días en que las calles arrastraban como cometas prehistóricas los rostros de abandono con que Kaliman y el pequeño Solín anunciaban su última lectura en una cuentería. Con mis palabras he querido recuperar el agua de los pozos que me bautizaron el miedo (“Pozo Ahogado” y “Pozo Diablo”), y la frescura de las muchachas que me descubrieron la memoria profunda de las piedras.

Escribo porque las palabras me dieron el barrio que no tuve, la calle que adoptó mis gambetas, la casa de la que no me echaron a pesar de los  malos poemas y de las ventanas rotas con la bola de trapo. Escribo para que regresen los caminos de la bicicleta donde conocí la fuga de los árboles, los mensajes del viento, las cimas del pasado… Escribo para no olvidar una guayabera que me enseñó a escuchar el olor a tristeza que  vive en los boleros.

Porque lo que creo que soy, se quedará en el canto de un gallo de pelea, en un jardín donde las mejores flores siguen siendo las manos de mi madre, en la blancura del olor a guayaba que a cada rato me recuerda la muerte, en la mandarina arrayana con que mi padre iluminaba los viajes de la casa hacia las sombras de la noche, prendido a una canasta de durazno que recoja el puente de tierra amarilla y hojas secas que las hormigas guardaban en la luna,  en un patio donde los fantasmas de mis perros me laman los fracasos y los clavellinos florezcan las historias que me contaron los abuelos.

Escribo porque me quedé sin amigos, a mi corazón no volvió la guitarra de Carlos, tampoco esas baladas que me acompañaban en las madrugadas por calles solitarias y extrañas, porque cerraron los bares donde las coperas, el tango y Germán Diego, alumbraban la media luz de mis recuerdos, porque Jorge  Eliécer me dejó una herida que se hará ceniza en el río profundo de la poesía, porque las piedras  de Julio César no volvieron a visitar  mi ventana que da a todas partes menos a mi vida,  para que no se vaya de las  caracolas de Esteban, el mar de arena donde aprendieron a volar nuestros versos, porque entregaría lo que queda de mí porque el abrazo de nube de Juan Felipe volviera a pasar por mis venas; y he soñado con alcanzar el antepasado silencio de bambú que danza en la poesía de Horacio.

Escribo porque el río de Jattin se me murió en los brazos, y la única familia que me queda es la mesa sola de Eugenio Montejo, y en cada durmiente abandonado de ferrocarril, me estrello con la luciérnaga que crepita en el cielo de vino de Teillier, porque todavía me duelen las mariposas que se fueron con la pierna izquierda de José Paulo Paes, y no he salido de la cuadra donde Bandeira canta los pregones que amasaban la vida del Brasil, porque en  el olvido, me han arropado el alma los cuatro girasoles marchitos de Van Gogh, porque no tengo más remedio que encender mi soledad en laTabaquería de Fernando Pessoa, mientras me pongo la lluvia de Vallejo para salir a preguntar    qué ha sido de mis huesos.

Un abrazo de Álvaro Neil

Muchas gracias Julio César, por dar a conocer lo que escribo.

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