lunes, 7 de agosto de 2017

HABLEMOS DE LIBROS: SILENCIOS/ Fernando-Alonso Ramírez



Es increíble cómo el silencio se describe en palabras. Esta contradicción es tan solo un elemento más en la poesía de Fragua del silencio, la más reciente obra poética del premiado santandereano Julio César Correa, manizaleño por adopción.
Si algo tienen esta obra es trabajo de poeta. Al avanzar en sus páginas se encuentran palabras que se cruzan: silencio, palabra, pájaro, fragua y muchas más. Todo porque parecen las reflexiones filosóficas de un poeta o poemas en modo filosófico.
Definámoslos entonces como silencios, mejor que poemas. Silencios que quedan del calor del fogón, de la fragua que transforma los materiales para hacerlos palabras, poemas silenciosos.
Gabriel Arturo Castro escribe la introducción a este libro y lo dice bien: "La presencia del poeta nos interroga e invita a reorientar la mirada para ver el mundo de otra forma y así evitar los espacios intermedios, experiencia que vivencia lo presente, un dejar aparecer lo existente en su ser, en su plenitud, lejanía y verdad interior".
Julio César Correa es un hombre silencioso, que ha construido un nombre y una obra poética alejado de las estridencias de la intelectualidad. Su trabajo callado ha dado frutos, con reconocimientos como los primeros lugares en tres terceros concursos, lo que parece una carga del destino: el III Concurso Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos (2004), el III Concurso de Poesía Ciro Mendía (1997) y el III Concurso Nacional de Poesía Julio Cortázar (1997).
Ha continuado su labor y ahora su esfuerzo personal le permite publicar esta obra que es la consolidación de una acción poética de un creador con experiencia y laborioso, cuyo esfuerzo se encuentra detallado en cada poema. Les dejo algunos silencios y fragmentos para que se antojen.

Meditación

Ingreso en la palabra
como al templo
que desnuda mi silencios
Descalzo
recorro ardientes brasas
No busco
la serenidad en el fuego
porque en cada palabra
el deseo arde
En los versos de viejos poetas
hallo la luz que quema mis ojos
Memorizo sus ríos ocultos
En la ceniza de los muertos
adivino el futuro
sin embargo
no acierto en mi propio devenir
Guardo una sola sentencia
Al final de la senda
el tiempo
es el maestro
que apacigua los ánimos.

Presencia
(Fragmento)
Entre la palabra y el silencio
se abre un espacio
y surge una presencia
que poco a poco
va llenando de misterio el mundo.

Fragua del silencio


Si la palabra arde y quema
es porque quizás
el silencio consume
con sus brasas
cada uno de los sonidos
que provienen de la lengua
No hay poema
si la palabra no pasa
finalmente
por la lenta fragua del silencio.

Un beso me ata a tu silencio

Tus labios y los míos son ahora un diálogo
Conversamos sobre el sonido de los besos
Las pausas que hacemos entre uno y otro beso
El aire que resbala cuando la lengua se distrae
El mordisco leve que sostiene una parte de ti
El labio que me ofrece su roja carne
Las palabras que afloran lisonjeras
y se deslizan por la mejilla
El sonido que recubre las palabras
y cierran y abren de nuevo el diálogo
como el beso que ahora me ata a tu silencio

Manizales, sábado, agosto 5 de 2017

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