viernes, 12 de noviembre de 2021

LOS ABISMOS, de Pilar Quintana


LOS ABISMOS de Pilar Quintana. (2021) Editorial Alfaguara. España. 240 páginas

Los Abismos, Premio Alfaguara 2021, es una novela narrada desde la perspectiva de una niña de 8-10 años, Claudia, y que va contando todo aquello que sucede en casa como extensión, quizás, de la sociedad caleña de los ochenta. Se podría decir que el mundo que ve y narra Claudia, la niña, al lado de su madre, es, en general, un universo de mujeres, pero también de plantas verdes, de árboles, y de naturaleza. El apartamento donde vive con sus padres, de varios niveles, está sembrado de plantas. Es una selva.

Al tiempo que describe la forma como asoman las plantas sobre su pequeña humanidad, así mismo da cuenta de la forma como el ambiente familiar se va descomponiendo, pues la relación entre sus padres –Jorge y Claudia- se va tornando difícil, sobre todo porque Claudia, la madre, considera que debe asumir su sexualidad de manera distinta a como la ve Jorge, muchos años mayor que ella, el típico hombre de casa, el encargado de proveer el sustento de la familia. En este sentido, y en la medida que va narrando la protagonista la novela, la madre se enreda con Gonzalo, hombre joven y quizás apuesto, pero comprometido con su hermana (de Claudia). Es un “simple empleado”, pero Claudia ve en él a un hombre con quien puede experimentar su sexualidad. Claudia, la niña, que la acompaña al almacén donde trabaja Gonzalo lo observa todo y se da cuenta de las andanzas de la madre, pero calla.

Las cosas se sumergen en una absoluta cotidianidad propia de las familias de clase media alta, de Cali, con sus salidas los fines de semana al club o a la finca, por donde se perciben los senderos arbolados, pero también los precipicios. Hay apuntes sobre personajes de la época que han muerto jóvenes, Karen Carpenter, Natalie Wood, Grace Kelly, por ejemplo, y que su madre ve con frecuencia en las revistas de farándula de la época. La frustración de la madre y su relación fría con su marido hace parte de los abismos emocionales de la novela; la presencia de las tías y las familias de los O´brien, en particular, el caso de Rebeca, que un día desaparece luego de una discusión con su marido, el arquitecto Fernando Ceballos. O el de Gloria Inés, que un día cualquiera decide saltar al vacío desde la ventana de un edificio.

A partir de ese momento, la niña profundiza sus inquietudes por el posible e inminente peligro en el que están sus padres. En particular, su padre, quien conduce un Renault 6, color mostaza que, cuando regresa a la finca que les facilitan para pasar breves temporadas, llega tarde, en medio de la penumbra y la neblina. Claudia, la niña, se preocupa porque su padre debe sortear caminos difíciles, transitar sobre abismos, bordes insinuantes que harán que su preocupación sea más grande. Lo mismo pasa con su madre que se la pasa tomando whisky o píldoras tranquilizantes para dormir, luego de las discusiones con su marido. Mientras, Jorge, el marido, es visto desde cierta perspectiva gris, Claudia, la madre, es puesta en primer plano quizás para mostrar en cierta forma la tragedia o la forma en que se ha ido tratando a la mujer en una sociedad como la nuestra, y Pilar Quintana quiere mostrar, a lo mejor, ese abismo que hay entre hombres y mujeres, abismo que todavía persiste.

En buena medida, en la novela predominan las atmosferas más que la acción o el vértigo propio de los thrillers. Aquí hay un lenguaje casi transparente, sencillo, directo y que muestra el mundo de una niña de 10 años quien cuenta la historia. Además, abundan las descripciones tanto de los ambientes como de las personas o personajes que habitan la novela. Diría que la novela tiene una gran carga descriptiva.

Desde el día que desaparece Rebeca hasta que la encuentran en el fondo de un abismo, ha pasado un buen tiempo. Ya el auto se encuentra en mal estado y el cuerpo de Rebeca está deshecho, roto, acabado. De la mujer hermosa no queda nada.

Los Abismos es una novela que muestra el miedo a los abismos físicos, pero es peor el miedo a los abismos existenciales, en que nos sumergimos los seres humanos.

 

Haciendo referencia al Viruñas, la narración la hace la niña Claudia, en relación a la tradición oral de la región, que viene haciendo Porfirio, personaje que vive en la finca que van a visitar:

“Lo imaginé resbaloso y calvo. Un demonio de ojos brotados y uñas retorcidas, que se adelgaza para caber por las rendijas y agarraba pedazos de neblina para metérselos en la boca como si fueran algodón de azúcar.”  (p. 99)

Esta cita para decir que la novela pareciera desarrollarse en una atmosfera de miedo, una situación terrorífica, en particular por las alusiones a la neblina que envuelve la casa campestre, la misma ciudad de Cali, a ciertas horas de la noche o de la mañana. Con frecuencia igualmente la narradora habla del monstruo que se desata para hacer referencia a las emociones que manejan y expresan sus padres, en particular, su papá, cuando quiere mostrar su disgusto por la posible infidelidad de su mujer.

Por esa Cali de los setentas, Pilar Quintana también ha visto transitar a Andrés Caicedo con su música y su figura delgada, llevando bajo el brazo quizás la revista Ojo al Cine o el frasco con las pastillas de Ceconal, ese otro abismo que sigue mirando con esos ojos brotados a Andrés Caicedo, el monstruo que habita los abismos, el de la depresión y la locura, el del suicidio y los saltos desde una ventana de un piso alto. Abismo la existencia que se despliega como la cuerda floja de un cirquero, de un saltimbanqui, de esos que viven bordeando, en una sola pierna, los filos de la existencia, del hambre y la desesperanza.

Prosa ligera, rápida, vaporosa, casi transparente, la que le da soporte a la novela, que se lee rápido, en dos sentadas, un fin de semana, y casi al mismo tiempo se olvida; aunque algunos personajes persistan, quizás, Cali, en el fondo de todo, en el abismo de su desigualdad social y política.


 

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