jueves, 12 de abril de 2007

BREVIARIO DE GABRIEL ARTURO CASTRO


¿ARTE FINAL?

¿Cuál es el futuro de la imaginación y de la Cultura en los próximos años? La respuesta puede estar situada dentro del reto de pensar en los peligros de la cultura masificada. Noción inquietante. La cultura de masas es una degradación-comercialización de la Cultura, una fuerza alienadora, expresión segregada por los medios de aglomeración y su sistema de valores que someten al individuo a una fuerte y amplia presión de seducciones.
Pero el verdadero arte puede retar la cultura de masas. Si es así, entonces, ¿será capaz de restituir la cohesión, la correspondencia entre las condiciones de existencia del hombre y de la sociedad, con el universo simbólico que los sustituye?
En la medida que el arte se resista a ser sustituido por los fetiches de la sociedad capitalista, la respuesta a la anterior pregunta será positiva y el arte no morirá, ni el lenguaje artístico y sus contornos van a desaparecer hasta límites fantasmales. La sobrevivencia de los cimientos antropológicos y estéticos del arte actual se pondrá por delante de las sensaciones y pronósticos apocalípticos. Como lo escribe Antonio García Berrío: “El arte continuará siendo reconocible como ficción literaria, como exhortación lírica de la imaginación y el sentimiento o como la tecnología narrativa de la memoria”.
Las bases humanas, éticas y estéticas del arte, aunque sean variadas o transfiguradas, resurgirán entre las necesidades del hombre. El arte cambiará sustancialmente si se transforma la medida de la imaginación antropológica sobre las estructuras espacio-temporales de la sensibilidad y la simbolización. Mientras tanto deberá convivir con las presiones de una sociedad que ha separado la tecnología de la humanística, relegándola al puro asunto mecánico, a la exclusiva idea de productividad material, sin reparar en su dimensión social e intelectual.
Claro que la constancia del arte se halla junto a su variación, dinámica y modificación, pero todas sus expresiones seguirán con su influencia y continuarán enunciando, como lo pensó Kant, las intuiciones del individuo mediante formadas inventadas por éste, siendo capaz, una y otra vez, de comunicar, conmover y de dar goce universalmente.
Ese extraño progreso tecnológico que ha hecho infeliz al hombre, no puede asfixiar al arte, pues según Walter Benjamín, la actividad artística es una anticipación utópica. Es más, la utopía coincide con el origen. Este no es un pasado histórico, sino un presente eterno, “un tiempo del ahora”.
Michael Ende nos enseñó que el acto creativo siempre se produce en el instante actual y es, por naturaleza, acausal, libre, indemostrable. Indica el autor alemán que en los diarios de Kafka hay una extraña anotación: “Cristo: el instante”. “Suena como una paradoja, sólo en el aquí y ahora aparece lo no temporal, lo eterno creador, lo único que libera verdaderamente al hombre”.
Ello distingue el “presente”, de la repetición postiza edn la que se halla inmerso el gesto artístico. En la reproducción (llámese inmovilidad, yugo, ceguera, mutilación o cautividad) y reiteración mecánica, el arte pierde su autenticidad.


TRAMPA O JUEGO

Escribir sobre un campo de batalla es introducirse en un sendero de laberintos interiores y exteriores: el impulso, la obsesión, el mito, por un lado, y por el otro, la expoliación, el abandono, el chantaje y el intento de reprimir o juzgar al creador que está alejado de la maraña construida desde el poder.
Trampa o juego, sólo contamos con la memoria y la voz propia para enfrentar los sutiles o agudos rostros de la muerte.

PALABRA
La memoria implica también el regreso a la raíz y al útero, itinerario de la imaginación activa de un creador que recupera su cuerpo en la escritura, su juicio corpóreo al fondo de un nomadismo físico y espiritual. Escribir suple la otra vía, “donde errar es la tarea sin fin”, según Blanchot.
La llegada al domicilio de la palabra instaura la fascinación, el embrujo de su espacio interior, resguardado de los embates del vacío, la desnudez y el vértigo exterior.
Comparaba Paúl Valéry la palabra con aquellos puentes, de tablas frágiles, por los cuales se atraviesa lentamente el espacio y el abismo y que “aguantan el paso y no el estacionamiento”.


LO CATÁRTICO


Existen dos factores fundamentales en el desarrollo del arte desde su teoría y práctica: lo ético y lo estético.
La ética lleva a situar la expresión del hombre en un contexto que corresponda a su humanidad. Toda obra y posición artística dice de la acción moral del creador, de su manera de vivir y de pensar.
De acuerdo con lo anterior y siguiendo las palabras de Johanes Pfeiffer, estamos seguros que es tarea de nuestro tiempo “forjar un pensamiento y una expresión que posean fuerza crítica y sean a la vez accesibles a cuantos tengan dispuesto el ánimo y abierto el corazón”.
Varias maneras del arte escaparían a tal propósito: el arte elitista, propio de una minoría selecta que privilegia el esteticismo y cuyo comportamiento está vinculado a la existencia o exigencia de una consideración social o política, equiparable a su función, lo que tiende a constituirlo como arte cerrado, de difícil acceso, generador de intereses específicos. O el arte panfletario, donde el elemento ideológico impera como un medio de doctrina y de lección.
Preferiríamos mejor aquel arte de intérpretes y creadores que acuñaron metáforas sobre la condición humana. Mencionemos a Charles Dickens, Chaplin o Kafka, visionarios de una realidad desconsolada e inhumana, revelada a través de la imaginación, el humor, la poesía, el sarcasmo y la fantasía.
Igual podríamos hacer referencia a Picasso y su Guernica, el celebrado cuadro de la barbarie y la demencia, una obra que parte de un hecho histórico pero sublimado de la mano de recursos expresivos.
Mediante una conmoción de orden estético realiza un conmoción catártica, recuperando la calidad ética de la obra, surgida ésta en la evocación y pasión de la tragedia.
Compromisos artísticos como los de Maiakowsky, César Vallejo, Bertolt Brecha, Peter Weiss, Augusto Roa Bastos, Drumond de Andrade, Juan Goytisolo, Gunter Grass, Luis Buñuel, Pier Paolo Pasolini, José Saramago o Juan Gelma, así lo atestiguan.
Ya en la famosa obra de Tolstoi, Guerra y Paz, se encuentra el preludio literario a Hiroshima y Nagasaki, el mayor genocidio de la humanidad. Quizás allí también hallemos el lejano augurio de Auschwitz y su posterior réplica injusta en los territorios de Palestina y Oriente medio. Recordemos que los holocaustos aún continúan, altamente tecnificados y racionalizados. Bastaron pocos años para que el fascismo renaciera con sus campos de la muerte.
Ética y estética, fundición que hace del arte una forma de la memoria, de la sensibilidad y del afecto, esencia y contorno en su difícil tarea de manifestar una parte del destino del hombre.

martes, 10 de abril de 2007

ANTONIO ACEVEDO LINARES Y LA EXPERIENCIA DE LA POESÍA


 
Por GUILLERMO REYES JURADO
 
El poeta santandereano Antonio Acevedo Linares nació en El Centro, Barrancabermeja el 28 de julio en 1957. Realizó estudios de Sociología en la Universidad Cooperativa de Colombia y de Especialización en Filosofía Política Contemporánea en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia y Magíster en Filosofía Latinoamericana con Especialización en Educación en Filosofía Colombiana en la Universidad Santo Tomás, seccional Bogotá. Ha sido catedrático universitario en varias universidades de la ciudad, y paralelo a su producción poética ha escrito y publicado artículos y ensayos literarios, históricos y filosóficos, entrevistas con escritores y crítica cultural y política en los periódicos locales y revistas nacionales, actividades que combina con la investigación social, asesorias y proyectos.

En veintiséis años de oficio literario que cumple este año ha escrito once libros de poesía y ha publicado seis Plegables de poesía , Arte Erótica, 1988 y una muestra de poesía de poetas santandereanos, Sociedad de los poetas, 1998, CD, Poesía de viva voz, 2004 y ha reunido en antologías su trilogía poética, Los girasoles de Van Gogh, 1999, Atlántica, 2004 y En el país de las mariposas, este último su próxima publicación, junto con un trabajo de filosofía política titulado Tolerancia, Cultura y Democracia, que se puede consultar en la pagina web, monografias.com con el titulo deLa Tolerancia como presupuesto fundamental para la construcción de una cultura de la democracia en América Latina”. Su poesía figura en selección de poetas a nivel nacional y regional: Concurso Universitario de Poesía, ICFES, Bogotá, 1984. Palabra viva, Ecoe ediciones, Bogotá, 1992. En Voces encontradas, Biblioteca Pública Gabriel Turbay, 1997 y en Sociedad de los poetas, Cuarto de máquinas editores, 1998. Ha grabado su poesía en la Emisora Cultural Luis Carlos Galán, en el Programa Voz Viva y Letras que dirigía Jorge Valderrama Restrepo, en 1.994, 1996, 1997, 1999, 2000, 2001 y 2.002 y en la Emisora U.I.S, Stereo, un especial de poesía erótica, 2001. Ha realizado además lecturas de poesía en bares, cafés, tabernas, museos, universidades y bibliotecas.

Ha obtenido mención honorífica, segundo premio y finalista en concursos nacionales y regionales de poesía. Ha sido seleccionado en la Primera Feria de la Santandereanidad, Programa Crea, Ministerio de Cultura, 1996. Seleccionado en el Encuentro Regional Centro Oriente, Programa Crea, Ministerio de Cultura, 1.998. Seleccionado en el Encuentro Nacional, Programa Crea, Ministerio de Cultura, 1998. Ha participado como ponente en la Octava Feria Internacional del Libro con la ponencia, El amor en la poesía, dentro de la Mesa Redonda, El amor en la Literatura Regional, Bogotá, 1995. En la Casa UNAB, 2002, con la ponencia, La ciudad como imaginación, dentro del tema ciudad y literatura, etc. Ha escrito los libros de poesía: Por esta manera de querernos tanto, 1980-1981, La lluvia sobre el tejado, 1982-1984, Bitácora, 1985-1987, Arthur Rimbaud y otros poemas, 1988-1990, Saudade, 1991-1992. Atlántica, 1992-1993, Los girasoles de Van Gogh, 1993-1994, Poemas de invierno, 1995-1996, Los días de Octubre, 1997-1999.En el país de las mariposas, 2000-2002. Los días que a diario son la muerte, 2003-2005, libros que ha reunido en las antologías ya señaladas.
Bucaramanga es una ciudad en donde abundan pero a la vez escasean los poetas. ¿He dicho un contrasentido, una especie de disparate? No. He proclamado una gran verdad. Lo que realmente quiere decir es que aquí muchas personas escriben versos pero muy pocas de ellas son realmente poetas. Entre escribir versos y ser poeta hay una honda diferencia. La diferencia está en la calidad, la profundidad, el temblor interior, el valor estético. Esto solo lo logran los espíritus superiores, los que verdaderamente son poetas. Es la segunda vez que me invitan o me proponen, que lleve la voz en el lanzamiento de un libro de poemas. La primera vez se trato de los poetas Rafael Ortiz González y Ramiro Lagos y el acto se llevó a cabo en la Academia de Historia de Santander. Era la época del sosiego, de la paz, de la confraternidad. La capital de Santander era un conglomerado de gentes dedicadas a trabajar, a escribir, a leer. Se publicaban libros, se daban recitales, se dictaban conferencias, se llevaban a cabo exposiciones de pintura, se exhibían documentales sobre diversos aspectos de Colombia en los teatros. Bucaramanga era una ciudad culta. No había ningún temor al caminar en sus calles, parques y avenidas, así fuera en los sitios más apartados y en las altas horas de la noche. Nadie aguantaba hambre, nadie le arrebataba los bienes al prójimo, la prostituciòn era bastante escasa.
Hoy el país y la ciudad cambiaron. Colombia se convirtió en un matadero de seres humanos que da escalofrío. Treinta mil personas asesinan todos los años en el territorio nacional. Y si a eso se le agrega el hambre, la corrupción, la prostituciòn y el desplazamiento forzado de miles y miles de compatriotas dentro del territorio nacional, el cuadro es aterrador, de profundo espanto. He traído a colación estos hechos para demostrar cómo el colombiano es actualmente un ser violento, casi irracional. Y para demostrar también como en medio de este furor, de esta demencia colectiva, todavía existen seres pacíficos que como los poetas se dedican a escribir poemas, con una paciencia y dedicación dignas de encomio.
El colombiano no era así, no obstante las guerras civiles que enmarcaron el siglo XIX, y las exacerbaciones políticas que dominaron el siglo XX. En esos dos periodos, grandes masas de la población eran pacificas .Pero a partir del año sesenta del siglo pasado, los colombianos se tornaron violentos, en casi un ochenta por ciento de su población. Qué ocurrió? Por un lado el narcotráfico, por el otro la miseria, un tercer ingrediente, la corrupción, irrumpieron en el país, debilitando los resortes morales de la población. Ese fue el cóctel, la bomba que de pronto hizo explosión y acabo con el civismo, la paz, la convivencia de los colombianos.
Por ahora no más exordios. Entremos ya en el motivo que nos congrega en esta reseña. Se trata de acompañar al poeta Antonio Acevedo Linares en el lanzamiento de una de sus últimas obras titulada Atlántica, editada por ediciones Hojas de Hierba. Antes de referirnos a su contenido, conviene hacer un repaso analítico y desde luego histórico sobre la poesía, una de las expresiones más difíciles y exigentes de la literatura, pues quien se aventure en sus dominios debe poseer una exquisita sensibilidad a la par que una profunda cultura y genio creador. Hoy la poesía no es un acto espontáneo sino deliberado, un proceso de creación consciente en el que la razón prevalece sobre la intuición, la profundidad sobre la forma, el valor conceptual sobre el canon retórico. La época de la poesía rimada, de la consonancia y la asonancia, del endecasílabo y el octosílabo, de toda esa cantidad de gambeteos que hicieron de la poesía un mero juego de palabras, una pirotecnia verbal, una especie de fakirismo estético, esa época pertenece al pasado, está definitivamente cancelada.
No hay en la poesía de Antonio Acevedo Linares rima ni métrica, ni toda esa cantidad de gramaticalismos y formaletas en que fueron tan pródigos los ilustres y amanerados poetas del sonsonete. Ya lo dijo hace casi cuarenta años Jaime Mejia Duque en un famoso y aplaudido ensayo sobre la evolución del lenguaje poético en Colombia, que la poesía no era eterna sino histórica, vale decir, que está sujeta a los cambios y mutaciones de la sociedad. Leamos el poema del Cid, repasemos el cancionero de Baena, volvamos a los románticos, acerquémonos a los parnasianos y a los simbolistas, y, confrontando todo eso con la poesía que se escribe en nuestro tiempo, diferenciaremos incluso en la temática más general (amor, muerte, placer, etc) los cambios de la expresión.
“De una generación a otra se operan cambios de conjunto además de los sobrevenidos, dijèrase que orgánicamente, en los estilos individuales. En la base de tales cambios se propone siempre un problema de concepción del hecho poético, una modalidad nueva al afrontar la experiencia como materia de elaboración literaria, una distinta utilización del lenguaje y de las llamadas significaciones de época para comunicarse. Y más allá del comportamiento individual y generacional de los artistas el análisis tendrá que revelar otras determinaciones más ostensibles: las crisis o los reajustes de la vida nacional e internacional que posibilitaron o decidieron las novedosas maneras de reaccionar ideológica y poéticamente a los temas” (Jaime Mejia Duque)
Los verdaderos poetas colombianos, casi sin excepción alguna, se han rebelado contra los clasicismos, contra las rigìdeces de un poética convencional que carece de temblor y de vida, que todo lo sacrifica a las estructuras formales, a los moldes retóricos. Ya lo dijo Borges, refiriéndose a este tema, que un poema se puede construir mejor con los elementos de la inteligencia, que con los dictados del corazón. Hay que apartarse del manido lenguaje secular, de las llamadas influencias expresivas, empleando mejor la cultura, edificando un particular monumento estético. Hasta la prosa, en los tiempos actuales, tiende a hacerse más razonable y más precisa. Las pomposas frases onduladas y recargadas de adjetivos y gerundios a lo Mendèz y Pelayo, no son de buen recibo hoy en día. Quien las use solo provocará la sonrisa de los lectores. Lo mismo sucede en la oratoria. El orador tiene que ser conciso, directo, pues está empleando un instrumento de comunicación por medio del cual pone en conocimiento de otros sus opiniones y juicios a fin de convencerlos de sus afirmaciones. Leyendo la poesía de Antonio Acevedo Linares descansa el hombre de esta resolana infernal que es Colombia. Es como una lluvia refrescante que aplaca los nervios y sosiega el espíritu. Hemos vuelto a soñar, a sonreír, a amar otra vez la vida.
Tu cuerpo es un país
de hermosos valles
y colinas en donde vivo
a orillas de sus acantilados
un vasto cielo en donde
resplandecen sus horizontes
como un mar en donde sumerjo
mi cuerpo, una calle por donde
caminamos con los mismos pasos
de la mano en una noche
que aluna en sus ojos así
en invierno como en verano
un territorio donde siembro
con la lluvia y recojo los frutos
de la vendimia, un hermoso
país de litorales y arrecifes
en el oleaje y en el viento
de su pelo y su sonrisa.
Poesía pura, de buena calidad, escrita con sentimiento y emoción pero también con talento e inteligencia creadora, poesía de bellas imágenes, de amorosas melodías, de honda y sugestiva entonación, poesía para mostrar y exhibir en cualquier meridiano porque está escrita con los valores de la inteligencia y del espíritu.
Por ANTONIO ACEVEDO LINARES
CARIÁTIDES
Son dos hermosas mujeres
con sus espadas que sirven de columnas
originaria de la antigua región de Carias
que en el frontispicio de este palacio
de pronunciar sentencias y castigar delitos
acaso son símbolo de esa constante
y perpetua voluntad de dar a cada
quien lo que merece, justicia.
Son célebres las cariátides del pórtico
de Erecteión en la antigua Acrópolis de Atenas.
.
POEMA DE LA VIDA
Con el arduo trabajo
del tiempo se deteriora inexorable
es lo mejor que se ha inventado
dijo nuestro insigne maestro de las letras
y sin jactancia puedo decir que es lo mejor
que conozco dijo otro que murió acribillado
y es un soplo dijo ese otro en un tango
que la perdió en un siniestro
los que la suicidan parecen insensatos
así ese dolor de existir pero nadie
dijo que era color de rosa, y es un parto
la vida, como la de todos los seres
y es hermoso vivir aunque tiene su
paradoja, que no sólo hay que vivirla
sino también hay que ganársela
acaso sea superior a cualquier fracaso.
AUSCHWITZ
Los hornos crematorios
en Auschwitz
a todo vapor por sus chimeneas
exhalan un humo negro
mientras en algún lugar
de la tierra alguien escribe
un poema o compone una sinfonía.
Son los años cuarenta en Europa
y las ciudades arden todavía en ruinas
y entretanto un soldado mira
en las trincheras el retrato de una
hermosa mujer que dejo
en su país de las estepas.
La victoria está cerca
y el desembarco a las playas
de Normandia del ejército aliado
será el comienzo del fin de un imperio
que se proclamo a mil años
y los soldados serán recibidos
en las ciudades liberadas
con besos y abrazos y flores
y en Paris ondearan
las banderas del mundo.
Del libro Atlántica, Antología Poética (1980-2004) 2004. Vol 2.

¿Cómo se lee un poema? / Hugo Padeletti

Pido perdón por estas tres hojitas que voy a leer. Sé que la expresión improvisada es más vívida, aunque menos exacta, pero en est...