La Pipa de Magritte
Mario Cataño, más conocido como Mario Rivero, se inventó a sí mismo, se hizo poeta luego de haber sido todero: estibador, cantante de tangos, empresario, vendedor de enciclopedias, trapecista, locutor, mago, enamorador y hasta poeta. Su obra figura en la poesía colombiana, más allá de las resistencias de algunos y los vituperios de otros, como una de las más innovadoras de las letras nacionales; precursora, dirán otros, de la llamada poesía urbana. Exnadaista, dedicó buena parte de su vida a pulir otra de sus obras: Golpe de Dados, la revista de poesía con más trayectoria y capacidad de (re)sistencia hasta la fecha, al menos en el ámbito nacional.
Se le recuerda, entre otros hechos, por las polémicas sostenidas con otros vates al ubicarse en orillas tan extremas como aquella que hace de lo cotidiano una poesía que narra, que cuenta cosas, incurriendo muchas veces en caídas cercanas a lo puramente anecdótico, recurriendo a un lenguaje desnudo, a veces tan precario como el lenguaje de las noticias, sin ritmo ni sonoridad alguna que prefigure al menos el tono personal de quien escribe; poesía que busca-ba reivindicar lo popular, lo anodino, aquello que aparentemente no era preocupación de la otra poesía que se sabe culta, casi pura, cifrada en imágenes o códigos de alguna estética que presupone lo estrictamente poético.
En una reseña sobre su obra, el narrador colombiano radicado en Alemania, Luis Fayad, escribe:
“Mario Rivero ha vivido en su oficio personal acompañado de otra pasión, que brota de la misma fuente, interesar a los lectores por la poesía, por todos los poetas, y crear nuevos lectores. En treinta y ocho años de existencia su revista Golpe de dados le ha dado esa satisfacción, que es mayor al ver que algunos de los que antes eran sólo jóvenes lectores, publicaron después en sus páginas, y que con los años éstos les dieron paso a los que todavía sólo leían y no podían juntar un manojo de poemas para enmarcarse en la portada de la revista. Su colección nos ha dado capítulos enteros de la historia de la poesía colombiana, de la que repasamos desde sus comienzos hasta la que nace de ahí y se desarrolla en nuevas formas y argumentos. Nos da la poesía de otros países del idioma y nos trae las voces de otros continentes que nos ayudan a escuchar nuestra propia voz. Una revista siempre renovada, sin variar su diseño desde el primer número hasta el que circula hoy, sostenida por un único propósito desde su fundación, publicar poesía, así como lo concibieron su director y sus fundadores en el año 1972, para que el formato y el nombre no se envejecieran con el tiempo. La poesía le daría el brillo en cada número para hacerla una revista actual. Y con el tiempo, por haberse mantenido en su propósito, se ha ido transformando en algo distinto, en lo que el solo carácter de revista no abarca lo que ha llegado a ser su publicación. Ha llegado a ser, claro, de una parte, esa colección que uno tiene a su lado y consulta sin mirar, conforme con el cuaderno que el azar puso en sus manos. Pero además de ser una revista, Golpe de dados se ha convertido en una editorial que publica poesía, su trayectoria le ha adjudicado esa otra función, por lo que representa entre los lectores y en el mundo de las revistas y las editoriales, treinta y ocho años acompañando a los lectores en su casa íntima de la literatura, donde se comparte el afecto tan sencillo por la poesía y el placer enorme de convivir con sus visitas”.
“Mario me llamo/ soy mordisco al aire/ soy un husmea-cosas/ soy un cuenta-cosas”. Así arranca el poeta antioqueño Mario Rivero, ‘Motivos del día’, una de las obras que muy seguramente recordaran los seguidores de este envigadeño de 74 años a quien una afección cardiaca se llevó este domingo, dice uno de los diarios al reseñar lacónicamente la muerte del poeta antioqueño.
“Digo mentiras inútiles/ y verdades inútiles/ Converso con los ancianos/ que descansan en la hierba/ o sobre los pedestales/ de los héroes/ Con el buhonero/ que vende transistores/ o lentes para que alguien se esconda/”, es otro de los fragmentos de ‘Motivos del día’. Remata el escribidor de obiturarios de algún periódico que vende noticias y la muerte de un poeta no es noticia, y no puede serlo, porque los poetas apenas si existen en las estadisticas de algún distraído, de algún lelo, de algún lector acostumbrado a la lectura de cosas sumamente extrañas e inútiles.
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