La noche
La noche no era el sueño
Era su boca
Era su hermoso cuerpo despojado
De sus gestos inútiles
Era su cara pálida mirándome en la sombra
La noche era su boca
Su fuerza y su pasión
Era sus ojos serios
Esas piedras de sombra cayéndose en mis ojos
Y era su amor en mí
Invadiendo tal lenta
Tan misteriosamente.
La piel
Tu contacto
Tu piel
Suave fuerte tendida
Dando dicha
Apegada
Al amor a lo tibio
Pálida por la frente
Sobre los huesos fina
Triste en las sienes
Fuerte en las piernas
Blanda en las mejillas
Y vibrante
Caliente
Llena de fuegos
Viva
Con una vida ávida de traspasarse
Tierna
Rendidamente íntima
Así era tu piel
Lo que tomé
Que diste.
En noches de la tierra
Con amor corroído desplazando
Una pierna cansada
Con cansancio
Apurando sin ganas
Las cosas de la vida
Repitiendo que sí
Asistiendo pasando
Repitiendo la noche
Apartando la sombra
Dejando
Viéndolo
De párpado pestaña iris sombrío
De mirada
De piel
Duro
Metálico
De otro
De amor o no
Relampagueante
Mirando ciega e
Interminablemente
Sin luz y sin pasión
Así pensando
Con un brazo dormido recorriendo
Distancia hasta alcanzar párpados tibios
Con temblor con calor
Con miedo
Párpados
Entre un frío mortal de noches de la tierra.
Maldito sea el día
Maudite sois la nuit
Ch.B
Aplastadas las horas la resaca
Del día por lo alto en lamparones
Quedándose en el aire
De las estrellas para acá
Colgando
Y tú y yo y tú pisando lo del día
Es decir olvidando la memoria
Es decir tú y yo y tú
Nosotros mismos
Por una vez
Por fin
Después de todo
Dejado todo aquello por el aire
Desembocando enteros como piedras
En el agua
En el ámbito intacto de una noche
Que no alcanzaba a nadie
Como piedras
Arrastradas rodando por un lecho
Musgoso y bien cavado por los siglos.
La primavera entera
La primavera entera
Con palomas y tallos y huracanes
Con baldes de agua tibia
Con una mariposa corpulenta
Aleteando afelpada
Con un jardín un bosque una floresta
Poblada de humedad y hojas podridas
Y fragancias y vahos y vaharandas
Y raíces feroces y qué no
Toda la primavera se volcaba
Respirando durmiéndose
Aleteando en mi lecho.
Carta I
Como ando por la casa
Diciéndote querido
Con fervorosa voz
Con desesperación
De que pobre palabra
No alcance a acariciarte
A sacrificar algo
A dar por ti la vida
Querido
A convocarte
A hacer algo por esto
Por este amor inválido.
Y eso es todo
Querido.
Digo querido y veo
Tus ojos todavía pegados a mis ojos
Como atados de amor
Mirándonos, mirándonos
Mirándome tus ojos
Tu cara toda
Tú
Y era de vida o muerte
Estar así
Mirarnos.
Y cierro las ventanas diciéndote
Querido
Querido y no me importa
Que estés en otra casa
Y que ya no te acuerdes.
Yo me estoy detenida
En tu mirar aquél
En tu mirada aquélla
En nuestro amor mirándonos
Y voy enajenada por la casa
Apagando las luces
Guardando los vestidos
Pensando en ti
Mirándote
Sin dejarte caer
Anhelándote
Amándote
Diciéndote querido.
Calle inca
Faroles incas ruben
Subiendo por la cuesta
Flores de paraíso por el suelo
La escuela
Mil novecientos cuánto
La esquina las estrellas.
El jardín inca ruben
Tibio escalón silencio
Ramas entrelazadas
Una hormiga subiendo.
Tibio frío la luna
Las estrellas sin cuento.
Olor a tierra ruben
Jazmín y madreselva
Los laureles rosados
Los helechos la verja.
Frío ruben los oscuro
Olor de aquellas flores
De aquellos años fiestas.
Una hormiga subiendo
―faroles inca ruben—
Su camisa celeste.
La limosna
Abre la mano y dame
La dulce dulce miga
Como si el dios si el viento
Si el ardiente rocío
Como si nunca
Oye
Abre la mano y dame
La dulce miga
O dame acaso el tiempo
Corazón que sustentas.
La piel no ni el cabello
Mezclado ni el aliento
Ni la saliva ni
Todo lo que resbala ajeno
Por la piel.
No si es posible
Si oyes
Si estás si yo soy alguien
Si no es una ilusión
Una lente alocada
Una burla sombría
Abre la mano y dame
La sucia sucia miga
Como si el dios si el viento
Si la mano que abre
Que distrae el destino
Nos concediera un día.
Casi todas las veces
Conozco tu ternura
Como la misma palma de mi mano.
A veces entre sueños la recuerdo
Como si ya la hubiese perdido alguna vez.
Casi todas las noches
Casi todas las veces que me duermo
En ese mismo instante
Tú con tu suave abrazo me confinas
Me rodeas
Me envuelves en la tibia caverna de tu sueño
Y apoyas mi cabeza sobre tu hombro.
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La Pipa de Magritte
El pasado 28 de abril murió la poeta uruguaya Idea Vilariño a los 89 años de edad, en un hospital de Montevideo tras haber sido operada de urgencia la víspera por una obstrucción intestinal, informó un portavoz médico citado por medios locales.
Vilariño fue una de las más destacadas figuras del mundo de la poesía uruguaya, con sus creaciones líricas reunidas en obras como La suplicante, Poemas de amor, Nocturnos y Poesía. La también ensayista y crítica literaria pertenece al grupo de escritores denominado Generación del 45, del que también formó parte Mario Benedetti, también ingresado en un hospital de Montevideo.
Idea Vilariño trabajó como profesora de Literatura de enseñanza secundaria desde 1952 hasta el golpe de estado de 1973, en Uruguay. Sus traducciones y trabajos sobre Shakespeare han sido reconocidos en el mundo académico latinoamericano. Tras la dictadura, en 1985, obtuvo la Cátedra de Literatura Uruguaya en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. En su trabajo como compositora, destacaron dos temas míticos: A una paloma (cuya música compuso Daniel Viglietti), y la Canción y el poema (con melodía de Alfredo Zitarrosa).
1 comentario:
Gracias por esta muestra poética, un homenaje en sí, de la enorme uruguaya universal que es Idea Vilariño.
Saludos...
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