En América muchos de los refugiados políticos europeos, ante todo escritores y artistas, tuvieron que ver con la apertura de cafés literarios en grandes ciudades como México, Buenos Aires, Santiago de Chile y Bogotá, y si no tuvieron que ver con su apertura, su presencia en esos espacios fue motivo suficiente para acrecentar la fama de estos cafés, ya que mucha gente quería acercarse y al menos conocer o estrechar la mano del artista de sus preferencias.
Hace tres décadas los tertuliaderos culturales empezaron a desaparecer en Colombia para darle paso a cafeterías totalmente comerciales y romas en las que la palabra ya no era el personaje ni las ideas libertarias podrían alzar allí su vuelo.
En un intento por recuperar esos espacios maravillosos en los que todos caben sin pisotear los ideales de los demás, últimamente han ido apareciendo galerías-café, libro-cafés, cafés-culturales -aunque en realidad son pocos los que se han mantenido- y tras estos cafés siempre hay un artista en potencia o un quijote o un mecenas o un libertario que requiere de su propio espacio para compartirlo con aquellos que tienen tanto para dar como para recibir.
La existencia de cafés-tertulias en una ciudad son sinónimo de apuestas culturales alejadas del asistencialismo gubernamental y garante de ideas renovadoras en torno a la vida artística y al pulso de una comunidad que reta sus propios atrasos en medio de un mundo neoliberal y consumista, y bien valdría la pena desde este concurso proponer un directorio colombiano de cafés-culturales, lo que permitiría incluso un intercambio entre artistas de las regiones que componen nuestro país.
1 comentario:
Interesante y bonita idea. Siempre me han llamado la atención esa forma de interactuar con los autores y amantes de las letras, necesariamente enriquecedor y formativo.
Felicidades por el blog, Julio César Correa!
Recibe mi saludo.
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