Foto dee Julio César Correa
GAITA HEMBRA PARA LUIS MIGUEL SALCEDO CASTELLAR
También cantaba el Juan Polo, al
amanecer el día.
Y aunque me miraba solo, con eso
me entretenía.
Andrés Landero
Los huesos se me vuelven espuma
cuando tu gaita siembra
con arco iris mi cintura
y tus manos sobrevuelan
mis Montes de María
Ah, Luis Salcedo
tu voz es una ciénaga
que susurra manglares
en mi ombligo
Tu voz
enjambre de abejas africanas
que tejen mi rosa de los vientos
mientras mi aire siga siendo
la candela que despiden tus ojos
jamás se apagará
este canto de pava
congona
donde trenzamos
nuestro pasado de cardón.
CAMINANDO LAS CALLES DE BUKOWSKI
Un poema es una ciudad
si su vuelo es iluminado
por el agua de las cloacas
por la barba donde los indigentes
amarran el hambre y la basura
por las serenatas de piedra
que los locos
le regalan a las ventanas
por los postes fundidos de soledad
que los perros
le disputan a los borrachos
por la piel que los amantes
cuelgan de las terrazas
como banderas de una carnicería
Un poema es una ciudad
si su rostro con aretes de luna
abre las piernas a los cuchillos
que florecen en el arrabal.
YO TAMBIÉN SUBÍ A LOS
PAYOS NAIRO QUINTANA
Que
te llenas el corazón de pájaros
para
trepar hasta las lágrimas
y
calientas los sueños
con
una flor morada y amarilla
donde
cabalgan las manos de tus padres
tú
que enamoras montañas
con
la danza de tus pedales
y
abrazas con tu paso
los
muñecos de nieve
y
le sonríes al sol rojo
que
juega con los árboles
que
nunca has dejado atrás
la
corona de frailejones
con
que adoras
las
nubes que atraviesan
el
cielo de los páramos
que
siempre llevas contigo
los
jardines colgantes
y
una virgen morena
donde
brilla la gloria
de
los escarabajos.
DESPIDIENDO AL PINAR
En un pinar de
Honduras vigorizó el aliento.
Porfirio Barba Jacob
Con
el derribe de los pinos
se
llevaron el cielo
donde
los pájaros guardaban
los
sueños de la infancia
la
sombra donde mi padre
calmaba
la sed de los recuerdos
la
escritura encarnada
donde
el amor nunca murió
el
concierto de cigarras
despidiendo
la tarde
la
cintura del cosmos
girando
relámpagos de sol
en
la soledad
que
acompaña mis brazos
la
brisa vestida de atarraya
lloviznando
la paz de los nicuros
el
mar de siete colores
que
vivía en las hamacas
y
en cuyo oleaje
trepábamos
hasta el infinito
el
silencio
que
me enseñó a escuchar
la
voz de los abuelos
que
nunca conocí
ROLLING STONES
Con
las piedras arrojadas
contra
mí
he
construido los muros
de
mi casa.
Anise Koltz
¿Qué parte de la casa son las
piedras que sostienen las puertas?, ¿El aire que no deja caer el andamio de las
conversaciones?, ¿El instante en que la puerta sueña con volverse ventana?,
¿Polvo que se apea de los caminos para sumarse a nuestro polvo?, ¿Lomo azul que
los niños acarician, para apaciguar el agujero que devora los días?, ¿Memoria
que extraña los caballos que se fueron a viajar en la sábila? ¿Lunas del otro
lado a las que los perros no dejan de batirle la cola?, ¿Celacantos danzando un
traje de luces que sale bien con el silencio?, ¿Sueños redondos que sueñan
eternamente en los linderos donde vive la muerte? ¡Con todo lo que son y nunca
aparecen en las fotografías!
BALADA PARA CARLOS FAJARDO
II
Pero
tú siempre acuérdate
de
lo que un día yo escribí
pensando
en tí, pensando en tí,
como
ahora pienso…
José Agustín Goytisolo
¿Por qué será que a los poetas siempre se nos marchan las casas? Sobre todo
esas casas blancas pegadas a nuestro rostro con saliva y palabras, ¿por qué nos
vamos quedando sin quien se nos siente
en las piernas para libar un aguardiente, sin quien nos pinte la fachada con
canciones antiguas que no pasan de moda? Sin cajas de fósforos ni baldosines
que resistan la creciente de nuestros abrazos, los altares de humo con que le rendimos homenaje a la diosa
de los amores idos: balada mía, balada nuestra de los sesenta y los setenta: ya
ni siquiera soy una pared -nostalgias de Leo Dan que no me dejan-, apenas un
muro al que le hace falta la voz de una guitarra española, que se me colgaba
como una buganvilla, hasta convertirse en la única sombra que paseaba sus
fiestas de guayacán, sus rumbas de chiminango, por estas piedras vagabundas de
río que siguen corriendo hacia la infancia. Piedras que a pesar de su constante
demolición poética, se siguen amontonando para cultivar amistades y versos.
Cantos rodados cuyo destino es navegar por esas heridas de sol que nacen en una
ventana del 57 y se ocultan en el silencio de unos pasos que le preguntan a los
árboles: ¿Cuándo regresan con el patio las hormigas que un día nos compartieron
el amor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario