DEL LIBRO ABREVIATURA DEL ÁRBOL
EXHORTACIÓN DE LA PRINGAMOSA
A ustedes hablo caballeros que aún intentan
probar el acento, la picazón o el tormento de
mis hojas.
Les digo que no son más que debates azules
de la piel, el ardor de la endeble apariencia.
Me dirijo a ustedes que me reputan fuera
de sitio entre los ponderados de la luz.
Les ruego escriban sobre mi reino oscuro.
HOJAS DE VENCIMIENTO
El iletrado limpia la memoria de la luz,
abre su funda para contar las fugas de la sombra,
el espectro que en las exactitudes del aire
apetece la ausente claridad y mancha con números
todos los seres increados.
El árbol es un guerrero que olvida las ondulaciones
del arco para caer en el sueño de la estalactita.
Gentil desde sus círculos, estira los actos de sus
ramas y su sangre asciende por la figura de quien
lee imágenes transportadas a lomo de hormigas.
EL ÁRBOL SUMERGIDO
Un árbol entra en otro
y tiene que aprenderlo todo;
llevado a otra dimensión ingresa en la hilera
de las luces.
El no ser le aturde y lo acerca a las durezas.
Nadie nombra aquí el silencio. Todo empieza
desde las voces de adentro, donde se pierden
las materias y las hojas del neón se agrupan
impávidas como una jungla rígida de motores,
fluidos y paraderos. Aquí se aprende la
alfabetización del hierro. Aún en la fisura de la
palabra el hormigón tiene ideas. Volúmenes de
ignorancia devienen de los carteles.
Preso entre la omisión de los octaedros,
el árbol grita sumergido entre otro que no es nadie.
GUADUA
Alzada por encima de sus apoyaturas,
de su pelusa ondulante,
de su segunda savia,
la guadua con su belleza y su distancia,
urde las hileras del dolor.
Sobre sus fondos teje una mujer sus colores,
la multiplicidad,
los mil vientos revestidos,
las sustancias traídas por el viento
para rechazar la fijeza de lo vivo.
PALMAS
A ustedes que aman las palmas,
les confío una desmemoria de hojas,
el follaje de la otra vida,
la luz que mece la fortuna,
el don del ave, su estremecimiento,
la hoja perenne y la caduca también,
la evocación del sol, el temblor del
viento, la huída de las fiebres,
el descubrimiento del agua.
A ustedes que plantan cráneos amarillos,
que repiten la semilla sin consuelo:
la de la muerte en una tierra sin medidas,
la de la herida después del rezo,
les dejo lo que se prepara bajo la palabra.
POMARROSA
Debajo suyo tiembla el habla de las corrientes,
los primitivos pliegues de la manzana de
llaga verdosa, hundida, la nuez agria de Adán.
Esclarecida la liturgia de las hojas, de los
pétalos abiertos o cerrados, confiere el firme
ascenso que se transforma en anillos.
Mientras silba entre las hileras de maduración,
imagina que es sagrado cambiar de sol todas
las mañanas.
El Premio Nacional de poesìa "Porfirio Barba Jacob", convocado por la Casa de Poesìa del mismo nombre, en la ciudad de Medellìn, fue ganado por el poeta Julio César Arciniégas, nacido en Rovira, Tolima, en 1953. Arciniegas es autor "Del color del miedo" (Tiempo de palabra) y "Nùmeros hay sobre los templos" (Sociedad de la imaginaciòn) y otros libros que se encuentran inèditos. Julio Cèsar Arciniegas es un escritor autodidacta, excelente lector y autor de disciplina y compromiso.
El poemario premiado se titula "Abreviatura del àrbol" .
1 comentario:
Mis felicitaciona a Julio César por estos poemas que re-descubren el alma de la natura y deja en evidencia la construcción exacta de la indomable palabra..
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