Solidaridad De Sobremesa
Alguien ve a la niña subir sus pies en la silla del comedor, sin embargo su madre no la reprende ni la obliga a usar zapatos, al contrario, no la deja bajar.
Alguien no la escucha, pero sabe que ella está llorando mientras abraza sus propias piernas y se muerde una rodilla. La mesa del comedor y su silla están frente a su casa, afuera, junto a los otros muebles grandes y las cosas caras. Sus cuadernos y colores todavía están adentro, pero nadie de los que salen con enceres o electrodomésticos le pregunta si ella quiere salvar algo.
Alguien siente pena y dice en voz alta: “Pobrecita; pobre gente”, pero no entiende que el mundo se ha hundido un poco. Que todas esas cosas bajo el agua, eran cosas que su madre jamás hubiera permitido que se mojaran. El agua ha borrado el piso que era firme y se ha encaramado a los asientos y las camas. Ni siquiera hay dónde poner a secar lo que sacan; el agua es un charco cada vez más grande.
Alguien siente lastima por los náufragos de tantos pueblos, pero después piensa que seguro también va a llover en el centro esta tarde. Y sucede entonces que ese alguien se cansa de los ríos sueltos en los valles, de las lluvias que olvidaron escampar y del cielo cementado. Levanta su mano poderosa y logra que toda la tragedia acabe con tan sólo escoger otro canal menos frío para su almuerzo.
Jacobo Reyes Godoy
Narrador y ensayista colombiano
1 comentario:
Claro, siempre será más fácil cambiar de canal, que intentar cambiar el mundo. Buen texto amigo Jacobo
Publicar un comentario